Llevamos comiendo habas (sí, escritas con “b”) unos 25.000 años con seguridad, y posiblemente mucho más. Así, las habas llegaron a Europa mucho antes que las judias o habichuelas, siendo consumidas desde las primeras civilizaciones euroasiáticas hasta nuestros días. Sin embargo, la mayoría de las judías, habichuelas o frijoles que empleamos actualmente son variedades evolucionadas desde ancestros americanos llegadas a partir de 1492. Las habas estaban antes, como decíamos, desde el principio. Así, comerse unas habas es degustar un plato de historia.
De las favas de la Roma Clásica nos llega la costumbre de meter un haba en el roscón de Reyes para indentificar al afortunado, una modificación de la tradición de dar una fava al Rey de fiestas de las saturnales (precuela de la Navidad). Las habas alimentaban al ganado pero también al pueblo, especialmente cuando la cosecha de cereales era menor de lo esperado y la harina de estas leguminosas se utilizaba hasta para hacer pan.
Las fechas de la Saturnalia (algunas acaban en orgías) fueron adoptadas por el Cristianismo para facilitar la conversión de la población.
Las habas fueron sustituídas progresivamente por los frijoles americanos a partir del siglo XVI, como la patata hizo con la chirivía, pero esta es otra historia.
Habas, auténticas joyas nutricionales:
Las habas han nutrido durante milenios porque son una buena fuente de energía aportando (por 100 g) unas 300 Kcal, con 1/4 parte de proteínas y 1/3 de carbohidratos fundamentalmente complejos (1/4 del peso total es fibra). La poca grasa que contienen (poco más de 2 g por cada 100 g de producto) es a expensas fundamentalmente de ácidos grasos insaturados, cuya ingesta se ha relacionado con la reducción del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Además, son ricas en el complejo vitamínico B (excepto B12), así como vitaminas A y K, sin olvidar su aporte en potasio, hierro y calcio.
Es decir, su composición es similar a otras legumbres aunque aportan un discreto menor porcentaje de calorías. Ya hemos visto como tomar legumbres regularmente, me refiero a casi todos los días, es una de las mejores modificaciones que podemos hacer en nuestra alimentación para mejorar la salud, especialmente para no padecer en el futuro infartos cardíacos o cáncer de colon.
Recomiendo leer la entrada de legumbres para afianzar el conocimiento de sus beneficios y como la industria alimentaria nos induce a comer carne y pescado como fuente de proteínas en la dieta para obtener mayores beneficios económicos (pinche aquí).
Desde este blog se promueve una alimentación consciente y
saludable. Ofrecer la mejor información posible en términos asequibles
permite mayor libertad en la toma de decisiones sobre la ingesta diaria.
Si quiere estar actualizado, pinche aquí.
Si quiere conocer más sobre Educación Nutricional, pinche aquí.
Si desea adquirir, viva donde viva, su ejemplar de
Educación Nutricional, pinche aquí.
Si desea atención personalizada sobre su situación, viva donde viva, ahora es posible, pinche aquí.