miércoles, 24 de junio de 2015

Legumbres: secretos y virtudes de las grandes olvidadas




  Hubo un tiempo en el que casi todo el mundo tenía un peso normal, el exceso de kilos era padecido solo por los más ricos y la obesidad era vista más como una consecuencia natural del poder y no tanto como una enfermedad. Este era aún el panorama hace menos de 100 años o tres generaciones. Los campesinos, jornaleros, ganaderos, pastores y trabajadores de las primeras fábricas mantenían una elevada actividad física diaria mediante una alimentación basada en pan, legumbres, verduras, frutas, frutos secos y algo de pescado, carne o queso. Ellos no seguían esta dieta por motivos estéticos, su silueta era consecuencia de esta alimentación no escogida, la única comida que podían permitirse.

  Las legumbres eran uno de los grandes pilares de la alimentación, consumidas a diario y repitiéndose a lo largo de todas las estaciones del año. Garbanzos, lentejas, judías, etc. se alternaban en multitud de recetas en cualquiera de las comidas del día.

  Las clases bajas y medias, en su búsqueda de riqueza y poder adquisitivo copiaron el modelo alimentario que creía realizar la clase alta. Más dinero puso a su disposición con mayor frecuencia grupos alimentarios relacionados con el desarrollo de obesidad. Y entonces llegó la epidemia, sus muertos se cuentan por millones en todo el mundo industrializado.

  Así, el consumo medio de legumbres ha descendido alarmantemente en los últimos 50 años, de 40 g diarios a los actuales 12 g diarios, muy por debajo de los 30 g al día recomendados por las sociedades científicas. Es decir, nuestra ingesta media es deficitaria en 4 Kg anuales de legumbres, el umbral recomendado es de 11 Kg por persona y año. 


¿Por qué hemos dejado de comer legumbres?

- Uno de los motivos esenciales, aunque no el único, es la falta de tiempo para cocinarlas. Requieren remojo de unas 12 horas y mínimo 20-40 minutos de cocción express, hasta 2 horas si se cuece "a su amor". Demasiado tiempo para la mayoría de la gente que además no sabe si va a comer o no mañana en casa. Pero es que ni siquiera las consumimos pre-cocinadas o embotelladas, estas "no saben igual" porque las identificamos con un plato familiar, casero y tradicional. Sin duda hay otros motivos detrás de su abandono.
- No está de moda, comer cocido no es una moda, de momento no hay grandes cadenas ni franquicias de comida de cuchara. 
- Más bien, comer legumbres es un plato "poco sofisticado", una "comida de pobres" o de "casa de nuestros padres", de "cuando éramos pequeños" y las tomábamos varias veces por semana.
- La mala prensa de ser comidas pesadas porque se acompañan de carnes, embutidos, tocino, etc.; aunque sabemos que se pueden tomar de 1000 formas.
- El problema de los gases, que veremos más adelante.

¿Qué aportan las legumbres?

  Nutricionalmente todo bueno. Una estupenda fuente de energía a partir de carbohidratos, proteínas y algo de grasas. Unas 350 Kcal de media por cada 100 g de producto seco, o lo que es lo mismo, 200 Kcal por plato (cocinado de 225 g). El récord de energía para la soja y el garbanzo (casi 300 Kcal por plato), y el mínimo para los guisantes y las habas (unas 120 Kcal por plato).
  Las legumbres casi no tienen grasa, entre 2-4 g por cada plato cocinado, aunque con excepciones: el garbanzo tiene 10 g por plato, y la soja o el cacahuete (que también son leguminosas) mucho más. Un plato cocinado de judías, habas, lentejas, guisantes, incluso de garbanzos contiene menos grasa que una cucharada de aceite de oliva. Además, la composición de la poca grasa es fundamentalmente a expensas de ácidos grasos poliinsaturados, la grasa "buena".
  La carne tiene tantas proteínas como las legumbres, con la gran diferencia es la composición grasa, que es mucho mayor y a expensas de grasa saturada ("la mala") en la carne. Unos 40-50 gramos de proteínas de media por cada plato de legumbres, un plato de legumbres aporta aproximadamente 2/3 partes de las proteínas que precisa diariamente un adulto.
  Los carbohidratos son el gran macronutriente de las legumbres, y la energía obtenida de ellos el justificante de su consumo durante milenios. Cerca del 60% de la energía aportada por las legumbres proviene de los hidratos de carbono, siendo el más abundante de ellos el almidón. El almidón es una gran molécula que se digiere lentamente, durante horas, y que al contrario de los azúcares simples (como los refinados), produce una respuesta metabólica pausada, dando más tiempo para su asimilación.
  El aporte de fibra es otra de las grandes ventajas del consumo de legumbres. Como ya vimos en la entrada sobre la fibra, su consumo se relaciona con evidentes ventajas sobre nuestra salud. Un plato de legumbres puede ser suficiente para asegurar toda la fibra que se recomienda tomar a diario.
  Las legumbres son además fuente significativa de vitaminas A y E, pero no tienen vitamina B12 ni C (excepto las semillas germinadas para la última), es decir no son súper-alimentos
  Por ultimo, las legumbres contienen cierto minerales en cantidades interesantes. Son una buena fuente de calcio, al mismo nivel que los lácteos y los pescados que se comen con raspa. Respecto al hierro, en un solo plato de legumbres se encuentran entre 2/3 partes y el 100% de las necesidades diarias para un adulto (si quiere conocer cuánto hierro necesita tomar al día pinche aquí).

 
Flatulencias y digestiones:

  Como acabamos de ver, las legumbres contienen carbohidratos complejos. Cuando estos nutrientes llegan al colon (una de las partes finales del intestino) son fermentados por las bacterias de nuestra "flora" intestinal, produciéndose gases de manera simultánea. Es decir, tener gases es lo más normal si se comen legumbres y consecuencia de que nuestra dieta tiene suficiente cantidad de carbohidratos de cadena larga. Una buena salud intestinal implica la emisión de 10-20 flatulencias intestinales diarias. Otra cosa es que culturalmente esté mal visto soltar flatulencias, parece que está mal visto todo lo que sale de nuestro cuerpo, nos escondemos para mear, cagar, tener relaciones sexuales.... hasta para llorar. Nada más natural, es nuestra fisiología que choca contra un medio ambiente y normas sociales que nosotros mismos hemos generado e inventado. Aún así, y si alguien desea evitar estas naturales y sanas flatulencias puede hacerlo mediante estos consejos:

- Introducir progresivamente las legumbres si no las come a diario o casi a diario.
- Comenzar o alternar purés de legumbres con legumbres enteras.
- "Asustar" varias veces las legumbres en el proceso de hervido.
- Retirar la espuma blanca que se genera al iniciarse la ebullición.

¿Qué beneficios para la salud ha demostrado el tomar legumbres?

  Las leguminosas no tienen grandes productores detrás que respalden estudios clínicos, a excepción de la soja (que es una legumbre).
 Aún así, hay suficiente evidencia para afirmar que:

- El consumo de legumbres se asocia a un menor riesgo de padecer cáncer de colon y recto
- Reduce las cifras de colesterol, especialmente del "malo" (LDL).

  Independientemente de lo anterior, ya vimos que el consumo de fibra produce innegables beneficios sobre la salud. Lo mismo ocurre con la soja según tratamos en este mismo blog hace unos meses.

Una excelente opción para la economía doméstica:

  Solo en los hogares se consumen más de 65 Kg de cárnicos y de pescado por habitante y año. Esta ingesta (sin contar la de bares, restaurantes, etc.) cubre las necesidades de proteínas de la mayoría de la población. Pagarlo genera el mayor gasto (35%) del carro de la compra. 
  El precio medio de las legumbres oscila alrededor de los 3€/Kg en el producto nacional. Obtener la misma cantidad de proteínas desde alimentos de origen animal cuesta algo más del doble. Esto sin hablar de los beneficios en la salud obtenidos mediante el consumo regular de legumbres. La mejor opción, a mi por lo menos, me parece bastante clara.

  Retomemos el consumo regular y diario de legumbres, uno de los platos básicos de nuestra olvidada dieta mediterránea. Sabremos que estamos más cerca de tener éxito cuando esta afirmación deje de parecernos una exageración.



La oportunidad de cambiar está ahora en sus manos.




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2 comentarios:

  1. Hola. Interesante artículo. A mí me encantan las legumbres, así para mí es una gran noticia. En cuanto a lo de la cocción, yo compro unas lentejas que se cuecen en 20 minutos y no necesitan reposar en agua. Y la alfalfa, que la compro mezclada con varios tipos de arroz, no necesita más de 40 minutos. También como el "feijão verde" brasileño, Phaseolus lunatus, parecido al garrofón, que se cocina tierna y no necesita más de 20 minutos de cocción.

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  2. Gracias Miguel. Veo que eres un experto en el tema. Como bien dices, las lentejas son de cocción corta. Con la alfalfa hay poca costumbre en España, se usa más como pienso animal.

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