Esta es la historia de la mazamorra, la "abuela del salmorejo". Tras varios miles de años haciendo un majado de pan, almendra, ajo, aceite de oliva, vinagre, sal y agua para alimentar la boca de cientos de miles de cordobeses, llegó la moda de incorporar tomate a la receta a finales del siglo XIX. Habían pasado cuatro siglos desde su llegada de América, aún se seguía usando como planta ornamental para adornar jardines, y poco a poco se había perdido el miedo a la ficticia toxicidad de sus frutos (que no de sus hojas). El tomate se puso de moda, una planta resistente al calor estival y con pocas necesidades de agua, ideal para el clima del sur de la península. Barato de producir, con un sabor intenso (y no como el que venden ahora en los supermercados) y que daba un color llamativo al incorporarlo a cualquier plato. Entonces, la mazamorra calló en el olvido.
Existe registro del uso en la Roma Clásica de una receta parecida a la mazamorra (De re Coquinaria, Apicio, siglo I) pero sin almendra. Maza proviene del griego maza (masa), el mismo prefijo que empleamos para el término mazapán. De hecho, durante varios siglos llamaron mazamorra a la masa espesa con la que alimentaban a los remeros presos de los galeones (galeotes). Así llego a América donde está muy expandida con diferentes recetas que comparten su características consistencia espesa. Y de allí vino el tomate para incorporarse a la receta primitiva y hacer famoso internacionalmente al salmorejo. Así, como en el flamenco, el salmorejo sería un plato de ida y vuelta.
La receta fácil de mazamorra lleva a partes iguales almendras, pan duro remojado en agua y aceite de oliva, añadiendo ajo, vinagre y sal al gusto de cada uno. La mazamorra es un plato consistente y calórico (400 Kcal/100 g) a expensas fundamentalmente de grasa (13 g/100 g) y carbohidratos (19 g/100 g), lo que por el contrario la hacen muy apetecible al gusto, de ahí su éxito gastronómico actual. A esto habría que añadir el aporte energético y de nutrientes de los alimentos que habitualmente se emplean para servirla: más pan, aceitunas, huevo duro, jamón curado, etc...
La mazamorra se creó para alimentar al pueblo cuando nuestra actividad física diaria estaba acorde con nuestra ingesta. Llegó a permitir que los galeotes resistieran largas y extenuantes jornadas de actividad física impensables actualmente, y que serían la pesadilla o sueño de nuestros queridos crossfiteros. Hoy en día, y en plena epidemia de obesidad, cada cucharada de mazamorra es una "saludable bomba energética" a tener en cuenta para cualquier persona con deseo de mantener o conseguir un peso normal.
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