miércoles, 15 de febrero de 2017

¿Café o té?



  El té es la infusión de las hojas de la Camellia sinensis. Beber té es antiguo, no tanto como la civilización china, porque mientras en Europa nos empezábamos a acostumbrar a tomar café (a partir del siglo XVII), en China ya se llevaba bebiendo té unos dos mil años. El consumo de té tiene tal trayectoria en China que ha dado tiempo a desarrollar modas, tradiciones y ritos, cerámica y tratados sobre el asunto. Imagine como se beberá café en Europa en el año 3500 D.C., una proyección histórica no al alcance de la mayoría de occidentales.

¿Qué ofrece una taza de té?

 El aporte macronutricional de ambos es insignificante (la receta es agua caliente con unos pocos gramos de producto sólido filtrado) y sin apenas diferencias entre ambas, siendo consideradas como infusiones acalóricas. Sin embargo, el contenido en micronutrientes confiere unas características diferenciadoras entre ambas bebidas. Una se hace desde semillas tostadas y la otra desde las hojas. Además, provienen de dos plantas diferentes. Café y té se parecen mucho pero no son lo mismo.

¿Qué excita más, el té o el café?

  El café bebido tiene el doble de cafeína que el té, en parte porque se necesita el doble de cantidad de producto seco para prepararlo. El efecto del café es más rápido pero también desaparece antes. El té estimula pero de forma más lenta y mantenida. En definitiva, una taza de café excita más que una de té.
  Si lo que necesita es espabilarse pronto, un café, pero si quiere estar despierto y atento varias horas seguidas entonces pruebe un té. También puede tomarse varios cafés seguidos y repartidos, pero recuerde que no se aconseja tomar más de tres tazas de café diarias.

¿Qué beneficio puedo esperar bebiendo té?

  De los diferentes tipos de té, el que mas beneficios ha demostrado es el verde, fabricado a partir de hojas secadas y fragmentadas, sin fermentación (a diferencia del té negro).

Diferentes tipos de té según el grado de fermentación. 

  Beber té a diario disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares y de morir por estas, cada taza de té reduce en un 5% el riesgo. Este efecto está relacionado por sus beneficios sobre el metabolismo: 
- el té negro reduce el colesterol "malo" de la sangre (LDL).
- reduce el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
- baja los niveles de insulina y reduce el perímetro abdominal en personas con diabetes mellitus tipo 2.
- reduce la tensión arterial, incluso en aquellos individuos con exceso de peso.

  Además, el té se ha relacionado consistentemente con un menor riesgo de padecer gran diversidad de cánceres: cáncer orofaringe y de vesícula, pulmónpáncreas, hígado y endometrio en mujeres.

  Su consumo no se ha relacionado con un supuesto efecto protector sobre enfermedades neurodegenerativas, aunque sí que reduce el riesgo de depresiones.

  Su efecto sobre el riesgo de fracturas es incierto, aunque parece protoger de sufrir fracturas de cadera.

  Por último, y con mucho más valor para la mayoría de la gente que lo toma en dietas de adelgazamiento, por mucho te que tomemos no adelgaza nada, le hará orinar porque está bebiendo vasos de agua caliente pero no le hará perder un gramo.

¿Café o té?, ¿qué me conviene más?

  Frente al té, vimos como el café también se asociaba a menor mortalidad, reducía el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes. Sin embargo, el café sí se relacionaba con menor riesgo de sufrir enfermedades neurodegenerativas y mejoraba la función respiratoria. Por el contrario, el efecto del café sobre el riesgo de sufrir cáncer era dual. Por un lado parecía proteger de unos pero predisponer a otros. Finalmente, es un factor de riesgo para la descalcificación de los huesos (osteoporosis).

  Es decir, si está predispuesto por herencia familiar a cáncer de algunos de los descritos más arriba entonces el té es su bebida, pero sí viene marcado para enfermedades neurodegenerativas piense que el café le puede ayudar a prevenir su aparición. Finalmente, ambos consumos se relacionan consistentemente con menor riesgo de mortalidad, especialmente por enfermedades cardiovasculares. Tomar café o té no tiene porque ser antagónico por mucho que el mundo nos haga verlo así. Como tampoco hace falta que los tomemos azucarados (ningún buen amante del café o té lo hace), si son bebidas amargas porque nos empeñamos en enmascararlas.


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