Si le impactó la entratada sobre las bebidas azucaradas, si se sintió timado al enterarse que paga a 1€ el litro por beber agua del grifo edulcorada, ahora se quedará estupefacto al conocer el inmenso negocio que se esconde tras las golosinas.
Cada vez que compra golosinas para usted o sus hijos gasta su dinero en agua del grifo tremendamente espesada con azúcar y aditivos a 7-8€ el kilo. Sin embargo, el coste del azúcar para uso industrial necesario para producir un kilo de chucherías (su principal componente, 70-80% del producto) es de unos 35 céntimos de euro, el resto es agua (del grifo como se ha referido, y por lo tanto precio mínimo) y aditivos. Es decir, el precio del azúcar para uso industrial que contienen 4 puñados de chucherías (unos 100
gramos) no llega a 4
céntimos de euro, una cantidad de chuches que es luego vendida a 70-80 céntimos, como puede imaginar se trata de un negocio tan redondo como el de las bebidas azucaradas o la forma de su trasero cebado con azúcar desde su infancia.
Si el precio aún no le parece desorbitado, compárelo con los precios de otros productos básicos del carro de la compra, veamos: el precio del kilo de chucherías es similar al de la carne de pollo, o incluso superior a de otros productos básicos de la cesta de la compra, el triple que una docena de huevos o un pan, entre tres y cinco veces el precio de un kilo de fruta o verdura de temporada, 10 veces el precio de un litro de leche, etc...
¿Le parece suficiente para un truco? Ahora viene la parte del trato.
Las golosinas están hechas básicamente de azúcar, esto ya lo sabe todo el mundo, pero ¿es mucha?, "no puede ser mucha porque las venden en tiendas y supermercados" (esta afirmación la he oido en repetidas ocasiones cuando no nos interesa escuchar algo que no nos conviene). Concretamente, las golosinas contienen una media de unos 70-80 gramos de azúcar libre por cada 100 gramos de producto. Es raro que alguien se coma 100 gramos de chucherías (aunque hay casos para todo), pero es que porciones de 25 gramos (un puñado) aportan unos 15-20 gramos de azúcar, y esto es aproximádamente 2/3 partes del máximo diario aconsejado (25 gramos de azúcar/día) por la OMS, solo desde un "inocente" manojo de chucherías. Al superar este techo de ingesta se incrementa el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades: caries, obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedad cardiovascular, etc... como ya tuvo ocasión de comprobar en la entrada previa de este mismo blog.
Esta cantidad de carbohidratos suponen algo más de 300 Kcal en 100 gramos de producto, sin duda un alimento innecesario en una sociedad abarrotada de personas que sufren la obesidad y sus consecuencias. Aún pensará que ustes o sus hijos las toman con baja frecuencia, pero la media por habitante en España está en 3 Kg anuales, y esa cifra tiene que salir de algún sitio, ¿no?, ¿no será que infraestima involuntariamente la ingesta de chucherías?.
Por último están los aditivos. Los frabicantes añaden estas sustancias a las golosinas porque nadie en su sano juicio compraría o comería agua espesada con azúcar a ese precio. Diversos productos son empleados para colorear, saborizar, aromatizar y palatabilizar la mezcla. El objetivo es conseguir un producto de colores llamativos, formas amigables (pequeños animales o frutas), un juguete que además sea comestible, sepa dulce, y produzca un subidón glucémico en nuestro (o de nuestros hijos) ya de por si garrapiñado cerebro. Nosotros podemos ponernos irracionalmente una venda en los ojos y tragar el anzuelo, nuestros inocentes hijos son desgraciadamente engañados en este proceso con el beneplácito más o menos consciente de sus padres. Curiosamente, las golosinas esperan estratégicamente situadas a la altura de un niño
justo en la caja, donde esperamos pacientemente nuestro turno, minutos estratégicos para compras no planificadas, impulsos de última hora,
niños cabreados por el rato que llevan en el supermercado aguantando una
compra aburrida, ¿le suena la historia?.
Azúcar enmascarada en formas y colores llamativos
Dentro de la gama de aditivos, es de destacar el empleo de colorantes azoicos (rojo, naranja y amarillo). Desde el año 2010 es obligatorio en toda Europa advertir en el envase de productos que lo contegan que su consumo se relaciona con efectos negativos sobre la actividad y la atención de los niños. El ejemplo más famoso es el de la tartracina (E102), el típico colorante alimentario para cocinar arroz, prohibida en Noruega y sobre la que recaen muchas dudas en relación a la seguridad en su consumo, piense en ello mientras degusta con sus hijos la próxima paella en casa o en su restaurante preferido. El azul brillante FCP (E133) está prohibido en Suiza, al relacionarse con casos de hipersensibilidad bronquial y asma, en España sus hijos lo tiene a su altura en las estanterías de Mercadona bajo diferentes tipos y marcas de gominolas como podrá observar en la imagen inferior:
Además, y como curiosidad, sepa que en esta revisión se ha detectado de forma casi constante el colorante (rojo) natural ácido carmínico (E120) en nubes, gominolas (las mismas de la foto previa), "besitos de fresa", regaliz de fresa, relleno y rojo, etc. El E120 es obtenido desde el caparazón de la cochinilla ("del carmín"), sí, el insecto, por lo que parece la entomofagia (comer insectos) no es exclusiva de Asia.
El gran consumo de chucherías es mayoritario entre niños, los adultos poco a poco son conscientes (algunos no lo son nunca) de lo perjucicial que resulta su consumo, y abandonan paulatinamente el hábito, bien por esto, o porque "son cosas que comen solo los niños". El caso es que luego como adultos y padres, permitimos que nuestros hijos coman estos OCNIs ("objetos comestibles no identificados") aun a sabiendas de lo malos que son, porque "los niños comen chucherías, es lo normal", que sea lo más normal o frecuente no implica que sea saludable, vease la cantidad de gente con problemas de peso, ya resulta normal debido a que es lo más frecuente, pero también conocemos que es una enfermedad que hace sufrir y mata.
Así que el próximo 31 de Octubre, si tiene intención de celebrar Halloween (3/4 españoles lo hace de alguna forma), piénselo antes de comprar las golosinas, y si se le ocurren otras alternativas, ¿no?,
entonces la industria alimentaria ha desvirtuado y alienado tanto su
capacidad de alimentarse que ha acabado perdiendo su propiedad innata
evolutiva para alimentarse adecuadamente. Puede aprender de
nuevo cómo hacerlo, la oportunidad de cambiar
está ahora en sus manos.
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enhorabuena, un artículo muy interesante. Se agradecen las voces de la comunidad científica que no se pliegan a los intereses de la industria. Lamentablemente, en este caso, los padres son a menudo un inconveniente mayor que dicha industria. Unos porque carecen de sentido crítico y otros porque prefieren pagar un alto precio por la socialización, versión actual de los tolerantes pasivos en la época donde los fumadores imponían su dictadura. Alguno puede incluso acabar llamándote «talibán de la salud».
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