Aquellos
que siguen dietas vegetarianas suelen ser etiquetados como "bichos
raros", "esos que no comen carne ni pescado". Esta visión
negativa (cuando alguien se sale de la norma suele ocurrir) se suma a la idea
generalizada de que seguir este modelo alimentario puede ser perjudicial al
predisponer a diversos déficit nutricionales.
Primero
habría que conocer qué comen y aquello que no se contempla en la dieta
vegetariana, así como las diferencias con otros modelos alimentarios
relacionados:
- vegetariana:
no se comen animales pero sí sus productos (leche, huevos, miel).
- vegana:
no se toman productos animales ni sus derivados (leche, huevos o miel).
Además están las
dietas vegetarianas que permiten comer algun derivado, empleando el término ovo
(huevo), lacto (leche) o api (miel) para designar lo que se puede ingerir en
cada caso. Relacionadas con las anteriores, aunque no reconocidos por las
asociaciones de vegetarianos, están las dietas semi-vegetarianas:
pescetarianas (se comen peces), pollotarianas y pescepollotarianas. Es decir,
no todos los vegetarianos comen lo mismo al igual que no todos optan por
esta forma de alimentarse por las mismas causas (¿cuál es la suya?). No se valorarán los
motivos que hacen decantarse por este modelo alimentario aunque merece la pena
destacar que su origen en nuestra civilización se situa en la antigua Grecia,
donde el hombre civilizado debía pasar a alimentarse de la agricultura evitando
el sufrimiento animal.
Sin
embargo, el ser humano es omnívoro por instinto, puede comer todo tipo de
productos de origen animal y vegetal. No está diseñado evolutivamente para
comer específicamente unos tipos de alimentos en exclusiva (por ejemplo los del
reino vegetal en este caso) si no que según las circunstancias come una u otra
cosa. A mayor embudo nutricional se abren las posibilidades de supervivencia de
cualquier especie aunque se pierde especificidad (y competencia) a la hora de
conseguir y asimilar dichos alimentos. Ejemplos de esto son que podemos comer
toda la hierba que queramos sin apenas capacidad para digerirla (no tenemos los
largos y fermentadores tubos digestivos de los herbívoros), o que difícilmente
podriamos competir con los carnívoros en una cacería si no fuera por nuestra
inteligencia.
Una dieta vegetariana incluye un consumo regular de verduras, frutas, legumbres, granos y semillas.
Dicho
esto, vamos a valorar las ventajas e inconvenientes de las dietas vegetariana.
Comencemos con las primeras:
- reducción de
peso: la información científica es consistente en la relación entre seguir una
dieta vegetariana y tener un peso normal, de hecho, hacerse vegetariano es una
de las formas más eficaces de bajar de peso, aunque no siempre es así si no se
reduce la ingesta calórica total (patatas fritas, salsas, bolleria industrial,
zumos azucarados, etc).
- reduce la
tensión arterial.
- mejora la
composición de la grasa de la sangre.
- disminuye el
riesgo de desarrollar arteriosclerosis y complicaciones cardiovasculares.
- desciende la
posibilidad de tener diabetes.
- se relaciona
con un riesgo menor de cáncer, especialmente de colon.
- incrementa la
esperanza de vida.
Estos
beneficios no se consiguen solo dejando de comer carne, no es solo eso.
Se trata de realizar una alimentación basada en fruta, verdura, legumbres,
granos, semillas, harinas integras, etc. Además las personas que siguen dietas
vegetarianas tienen mayor nivel de actividad física que los que no lo hacen, y
esto aporta beneficios adicionales. Por tanto, las ventajas no vienen desde una
sola causa, no es tan simple como "no comer carne".
Pero
claro, tiene su incoveniente, la dieta vegetariana es deficitaria en vitamina
B12, presente especialmente en la carne, huevos, leche, pescado y marisco. Esta
vitamina no es sintetizada por ningún animal, sino que se forma por
fermentación en la flora bacteriana presente, entre otros, en el intestino de los grandes
herbívoros, pasando luego a ser acumulada en la carne, especialmente en las
vísceras. Nuestro organismo contiene suficientes reservas de B12 para aguantar durante meses si no la llegásemos a ingerir, con lo que consumos puntuales de carne son
suficientes para no entrar en déficit de esta vitamina. Los huevos y la leche
contienen modestas cantidades de vitamina B12, insuficientes para cubrir las
necesidades diarias. Por esto, las personas que sigan regímenes vegetarianos
tienen la recomendación de suplementar su dieta con B12 directamente (en
pastillas o cápsulas) o indirectamente mediante alimentos enriquecidos en esta
(leche de soja, cereales del desayuno, barritas de cereales, etc). De lo
contrario, tienen mayor riesgo de desarrollar los síntomas de un déficit de
B12: cansancio, ahogo y palidez por anemia, y/o dificultad en la marcha, hormigueos
en manos y pies, incapacidad para expresarse y demencia por déficit de la
vitamina en el sistema nervioso. Las personas que siguen dietas vegetarianas no tienen necesidad de suplir otros micronutrientes como hierro, calcio, vitamina D, etc. Pese a que solo predispone al déficit de B12 (por otro lado fácilmente solucionable), el modelo vegetariano tiene el tinte de dieta incompleta, frente a esto, el modelo alimentario mayoritario seguido en Occidente nos conduce trágicamente a la muerte por obesidad.
Ante esto,
he sido testigo de auténticas sandeces fruto de la ignorancia y el cómodo y
apetitoso pasivismo alimentario:
- obesos rajando
de lo chalados que están los vegetarianos y de lo mala-deficitaria-aburrida que
es su alimentación.
- seguidores de
la Paleodieta, dieta Atkin, dieta Dukan, y resto de teorías
hiperproteicas-cetogénicas afirmando que es saludable comer carne no procesada
regularmente.
- forofos de la
proteínas y talibanes de los "carbos" que comen fiambre de pavo/pollo
y se sienten super-sanos (link a la entrada "soy sano y como pechuga de pavo").
- vegetarianos (o
gente que dice serlo) comiendo cereales del desayuno, tortitas, barritas energéticas,
etc con aditivos, azúcares añadidos y harinas refinadas. Un ejemplo, las
patatas fritas mojadas en ketchup de cualquier cadena de comida rápida pasarían el
filtro de una dieta vegana, aunque sean una bomba metabólica.
En mi opinión, tenemos mucho que fijarnos y copiar de las bondades de la dieta vegetariana, en su singularidad se conservan las bases nutricionales de nuestra estimada dieta mediterránea. La decisión filosófica de aquellos eruditos grecorromanos fue precedida y seguida durante milenios por el pragmatismo popular. El pueblo se alimentaba de lo que podía cuando podía, la mayoría de las veces sin carne ni pescado, y ésto no mataba, sino lo contrario, incrementaba la vida de aquellos que seguían este tipo de alimentación no por decisión propia si no por obligación ante la escasez y pobreza en la que se vivía.
La avalancha de
información es de tal magnitud, que la gente no sabe ya que creer y que no.
Dejamos las decisiones en manos de otros, que pueden o no tener conocimientos
suficientes y buena intención o no (mucho negocio detrás) para aconsejarnos.
Por esto, potenciar la Educación Nutricional de la población es un método
esencial para mejorar su alimentación y en consecuencia el estado de salud.
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