A estas alturas del mes de Septiembre casi todos los que tienen hijos terminan de engrasar la dinámica familiar para volver a encuadrar todos los horarios y tareas del día a día. Otros a vuelta de vacaciones se miran en el espejo, pesan en la báscula, se notan ajustada la ropa de Otoño del año pasado, y comprueban que de nuevo tienen que ponerse a dieta. A todos os interesa esta entrada, porque en esta ocasión trataremos sobre la comida de media mañana.
El desayuno es la comida más importante del día (de las cinco diarias) debe ser completo pero equilibrado, para darnos la suficiente energía para arrancar el día y acometer todas las tareas programadas. ¿Todavía piensas así?, pues despierte porque todo esto es falso según vimos en esta entrada previa.
¿Media mañana sí o media mañana no?
¿Media mañana sí o media mañana no?
La siguiente toma del patrón alimentario es la media mañana. Y puede surgir la pregunta de si es bueno o malo tomar media mañana. La respuesta más apropiada sería depende: si no ha desayunado a eso de media mañana llevaría unas 10-12 horas de ayuno, y aunque estamos hechos para aguantar hasta varías semanas sin comer, puede que a estas alturas rinda menos porque su metabolismo se esfuerza en conseguir de su interior la energía que necesita; pero si lo ha hecho y solo han pasado 2 ó 3 horas tampoco es necesario hacerlo, más aun si tiene pensado comer pronto y todavía no tiene hambre. Es decir, hacer media mañana no es obligatorio ni le va a pasar nada si no la hace, otra cosa es que si tiene pensado comerse algo intente que por lo menos merezca la pena. Me refiero a que las medias mañanas pueden ser algo sano y saludable, o por el contrario, una auténtica bomba metabólica de azúcares y grasas trans. De un problema a una oportunidad.
¿Es mi media mañana tan mala?
En primer lugar, no creo que sea inteligente dejar la elección de la media mañana en manos de terceros, apenas ocupa lugar en la mochila del trabajo, cartera del colegio, etc. ¿Qué va a encontrar si lo deja para el final?, lo más probable una cafetería estándar para un café con leche, tostada de pan refinado, mermeladas, bollería casera o industrial con azúcar a patadas, etc.; o una flamante máquina de "vending" con leche deshidratada trans, refrescos o zumos azucarados y por supuesto más bollería industrial (todavía no he visto una que de piezas individuales de fruta, y si alguien la ha visto que me mande una foto por favor).
Ejemplo de desayuno insano: Zumo, ¡no!, mejor fruta; masa de harina refinada salada (churro) bañada en chocolate azucarado y trans; café con leche con otros 8 g de azúcar en un innesario azucarillo.
Los niños en el colegio tampoco salen mejor parados porque vamos a preparales algo que por supuesto les guste, sea fácil de llevar, no manche, se lo coman y que parezca suficientemente sano a su profesor/a para evitar que nos manden una amonestación a casa. Solución: yogur, o la variante de diminutos primos hermanos de llamativos colores; bebidas azucaradas (zumos, refrescos, batidos, etc.); bollería empaquetada individual; con suerte un sandwich "pseudosano" de cosas que no chorreen como pechuga de pavo, queso en lonchas, etc. Opciones que se vienen a la cabeza como lo más recomendable, pero que quedan lejos de una media mañana saludable, más bien son alternativas para que "no haya problemas", todos contentos, hasta que su hijo termine la adolescencia convertido en un auténtico pavo navideño.
Ejemplo de "vending" en un hospital español, el punto de venta de comida más cercano y accesible para sus trabajadores y los pacientes a la espera de ser atendidos.
¿Entonces qué podemos llevarnos al trabajo o darles a nuestros hijos para llevar al colegio?
Si no le surge nada, entonces puede darle la enhorabuena a las empresas de marqueting contratadas por la industria alimentaria porque han aplanado completamente su instinto para buscar comida saludable. Pero no se preocupe, veamos algunas alternativas:
1) Fruta: para mi de lo más práctico, barato y fácil de transportar, y por supuesto de lo más sano que puede tomar. Recuerde, mejor fruta entera que un zumo, por muy "natural", "sin azucares añadidos" o "antioxidante" que se publicite. Otra opción en la línea son los paquetes de frutos del bosque o silvestres.
2) Frutos secos crudos o tostados (sin sal) y/o semillas: pesan menos aún y en el mismo grupo de alimento saludable.
3) Palillos, palitos, bastones, regañás integrales, con poca sal y sin aditivos, si los encuentra, ¡suerte!.
4) Bocadillos o sandwich de pan con los mismos requisitos que el punto previo, con cremas vegetales: hummus, guacamole, tzatziki, olivada, babaganoush, o paté de cualquier verdura de temporada, una oportunidad para abrir su embudo nutricional con algo sano y sabroso. También puede recurrir a otros productos como queso fresco, yogur natural (solo de leche fermentada), huevo duro, u hortalizas enteras (¿es un locura comerse un pepino crudo o un tomate crudo a media mañana?, ¿no se imagina qué tomaba la gente antiguamente en el campo según temporada de recolección?, sí esos mismos que han llegado a los 100 años de edad). Hasta una lata de mejillones en escabeche será mejor que su clásica tostada refinada con mermelada y mantequilla.
5) Finalmente, si tiene sed, pruebe a hacer algo tan simple como beber agua o alguna infusión sin edulcorar, ya sabemos lo perjudiciales que pueden ser las bebidas azucaradas.
¡Mucho ánimo!, para la comida de mediodía ya debería estar preparado a estas alturas.
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